Resulta chocante, que casi no exista un contraste de opiniones sobre las medidas que se están haciendo públicas para abordar la preocupante situación económica. Al fin y al cabo, saber si se está gastando el dinero correctamente, es importante.
Quizás eso se debe a que las formaciones políticas de la oposición (PP y CiU), más que por las desazones de la gente y las soluciones a sus problemas, estén interesadas por el ruido político y la semántica.
Lo digo porque, todavía, es la hora que escuchemos alguna propuesta por su parte.
Lo digo porque, todavía, es la hora que escuchemos alguna propuesta por su parte.
La mayoría de estas medidas son a corto plazo y creo que así tiene que ser. Con ellas se busca que los problemas del sistema crediticio y financiero no ahoguen proyectos empresariales viables ni a los ciudadanos, que no se hunda el sector de la construcción, mantener la capacidad de consumo de las familias y atender a las personas afectadas. Es decir, que la rueda continúe girando.
Además, las medidas a corto son imprescindibles, pues sino la gente pensará, con razón, que la hemos abandonado a su suerte.
"Sin ellas, la gente no nos entenderá" proclamaba José Maria Álvarez, máximo dirigente de la UGT catalana, en el momento de explicar que patronal, sindicatos y Gobierno de Cataluña acaban de renovar hasta el 2011 el Acuerdo Estratégico alcanzado hace tres años, para mejorar la competitividad de la economía catalana, con 102 medidas a medio y largo plazo.
Era la verbalización simple y directa de lo que se tiene que hacer, mirar a corto y a largo, al mismo tiempo.
Lo que se haga para mañana, no puede impedir aquello que se tiene que hacer para pasado mañana. No es antagónico sino complementario. Se puede, y se debe, debatir públicamente si lo que ahora se hace va en la buena dirección, pero nunca contraponerlo. La verdadera respuesta y salida a la situación actual se encuentra en un cambio profundo del modelo productivo vigente.
Trabajar, desde ya, para cambiar hacia un modelo económico más resistente a las adversidades y hacerlo mediante inversiones en infraestructuras, reformas de la formación profesional o del sistema de investigación y desarrollo, no es errar el rasgo, ni el "tempus", es sencillamente construir un futuro más estable y más seguro.
Es más, con esta renovación del Acuerdo Estratégico están reconstruyendo la confianza, un factor económico y social tan intangible, como imprescindible para afrontar con éxito la superación de cualquier tropiezo.
Confianza en nosotros mismos. Confianza en que los problemas se superarán, como siempre, trabajando a corto pero con la perspectiva del largo plazo. Tocando de pies de en el suelo, sin renunciar a soñar, y construir, un futuro mejor.
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