martes, 29 de julio de 2008

Mirar a corto y a largo.


Resulta chocante, que casi no exista un contraste de opiniones sobre las medidas que se están haciendo públicas para abordar la preocupante situación económica. Al fin y al cabo, saber si se está gastando el dinero correctamente, es importante.


Quizás eso se debe a que las formaciones políticas de la oposición (PP y CiU), más que por las desazones de la gente y las soluciones a sus problemas, estén interesadas por el ruido político y la semántica.
Lo digo porque, todavía, es la hora que escuchemos alguna propuesta por su parte.
La mayoría de estas medidas son a corto plazo y creo que así tiene que ser. Con ellas se busca que los problemas del sistema crediticio y financiero no ahoguen proyectos empresariales viables ni a los ciudadanos, que no se hunda el sector de la construcción, mantener la capacidad de consumo de las familias y atender a las personas afectadas. Es decir, que la rueda continúe girando.
Además, las medidas a corto son imprescindibles, pues sino la gente pensará, con razón, que la hemos abandonado a su suerte.
"Sin ellas, la gente no nos entenderá" proclamaba José Maria Álvarez, máximo dirigente de la UGT catalana, en el momento de explicar que patronal, sindicatos y Gobierno de Cataluña acaban de renovar hasta el 2011 el Acuerdo Estratégico alcanzado hace tres años, para mejorar la competitividad de la economía catalana, con 102 medidas a medio y largo plazo.
Era la verbalización simple y directa de lo que se tiene que hacer, mirar a corto y a largo, al mismo tiempo.
Lo que se haga para mañana, no puede impedir aquello que se tiene que hacer para pasado mañana. No es antagónico sino complementario. Se puede, y se debe, debatir públicamente si lo que ahora se hace va en la buena dirección, pero nunca contraponerlo. La verdadera respuesta y salida a la situación actual se encuentra en un cambio profundo del modelo productivo vigente.
Trabajar, desde ya, para cambiar hacia un modelo económico más resistente a las adversidades y hacerlo mediante inversiones en infraestructuras, reformas de la formación profesional o del sistema de investigación y desarrollo, no es errar el rasgo, ni el "tempus", es sencillamente construir un futuro más estable y más seguro.
Es más, con esta renovación del Acuerdo Estratégico están reconstruyendo la confianza, un factor económico y social tan intangible, como imprescindible para afrontar con éxito la superación de cualquier tropiezo.
Confianza en nosotros mismos. Confianza en que los problemas se superarán, como siempre, trabajando a corto pero con la perspectiva del largo plazo. Tocando de pies de en el suelo, sin renunciar a soñar, y construir, un futuro mejor.

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