Algunos políticos, aunque parezcan adultos, actúan como aquellos niños pequeños, que al ver algo no les gusta o sentir miedo ante un peligro imaginario esconden la cabeza bajo la sabana, con la vana esperanza que, al no verlo, desaparezca.
Entre otras cosas, eso es lo que le ha ocurrido al alcalde de Vic a cuenta del empadronamiento de las personas, que llegan a su municipio sin haber cumplimentado todos los trámites legales.
¡Ha actuado como si al no empadronarlas, desaparecieran! Pues no, ni desaparecen y además la situación se complica todavía más.
Si la primera condición - aunque no la única - para resolver un problema es conocerlo, con esa desacertada, ilegal i antisocial medida lo único que conseguía era hacerlas administrativamente inexistentes, clandestinas, eso sí al precio de incapacitarse para solucionarlo.
Porque la inmigración en Vic ni ha llegado, ni está llegando ahora. Ni previsiblemente lo hará a partir de ahora, más bien parece que si algo ha de suceder es todo lo contrario. Por eso, en lugar de liarse con el padrón hubiera debido darle continuidad a la labor de su antecesor en la Alcaldía, el también democratacristiano Jacint Codina.
Una persona que gestionó correctamente la importante llegada e inserción social de una población inmigrante atraída por la oferta laboral de la comarca. Y lo hizo con habilidad, discreción y paciencia, sin tanta insolvencia jurídica y con más humanismo cristiano. Haciendo de Vic un modelo de escuela y ciudad integradora en relación al hecho inmigratorio.
Ahora que ha perdido su sábana protectora, pues el Gobierno le ha informado que la ley aprobada en su día por el PP (aunque no la quieran reconocer) no le permitía hacer lo que quería, lejos de rectificar, y alentado por dirigentes de CiU, él continúa gesticulando y sosteniendo el conflicto que ha creado artificialmente.
Debería ser consciente que ha sometido a toda la población de Vic al oprobio de ser injustamente considerados como xenófobos, cuando son todo lo contrario. La mayoría de sus conciudadanos no solo han dado apoyo a las personas recién llegadas, sino que han respaldado las exitosas políticas públicas destinadas a generar una convivencia armoniosa y sin grandes estridencias, por ello obstinarse en proseguir la disputa jurídica, otra equivocación adicional.
Asumir parte de los planteamientos de la plataforma xenófoba, tampoco resuelve el problema, de nuevo lo agrava. Las tensiones que se generan en los servicios públicos sanitarios y sociales, son el resultado de la dificultad para hacerlos crecer al vertiginoso ritmo que ha crecido su demanda, pero no es la responsabilidad de los recién llegados, que dicho sea de paso y siendo objetivos son proporcionalmente menos consumidores de esos servicios que los autóctonos, porque son una población más joven.
Todo este lamentable asunto tiene un origen, intentar disputarle unos votos a los xenófobos de PxC, pero lo que está consiguiendo es darle más cancha a sus tesis.
Así pues ¡mejor que se lo haga mirar!