Tres fines de semana consecutivos este mes. Tres importantes fuerzas políticas catalanas celebran su congreso. Tres liturgias similares, con tres oficios diferentes. Tres opciones en busca de la centralidad política.
Abrió el baile un PPC revuelto y acalorado. No era para menos. Los militantes han visto cómo sólo en un año se alternaban tres presidentes al frente del partido en Cataluña. Tres presidentes para volver a una propuesta centrista, similar a la que representaba el primero de ellos, el dimitido (o cesado?) Josep Piqué, y después de que su imagen radicalizada los significara perder en toda España, por el resultado cogido en Cataluña. Está para ver, si han conseguido resolver su tráfico hacia el centro.
El segundo cónclave de fin de semana ha sido el de Convergencia. Buscando la centralidad se han centrado y concentrado en la soberanía. Han plantado su "pal de paller" alejado de la centralidad de la sociedad catalana.
Su apuesta por el derecho a decidir como proceso de construcción de una Cataluña libre y soberana, junto a la renuncia a la pedagogía en el resto de España, son la expresión de la radicalización soberanista de los sectores más nacionalistas, ante los cuales ha cedido Artur Mas, y que han alcanzado la cima del poder en el partido. Más que el "nucleo duro" parecen un cinturón sanitario.
Lo que se va conociendo, más allá de los resúmenes de prensa del partido, abunda en el sentido que estas cesiones escoran - todavía más - hacia el nacionalismo el mensaje que les permitía ostentar la representación de la mayoría de las personas que vivimos aquí.
Este fin de semana le toca el turno al PSC. Sus dos máximos oponentes políticos (uno a nivel estatal y el otro a nivel catalán) se lo han dejado bien. Pero con eso no hay lo suficiente. No se gana un espacio político sólo porque los otros lo dejen vacío, se necesita también definir una propuesta con la que los ciudadanos y ciudadanas se puedan sentir identificados y partícipes.
Por eso y con el objetivo de ocupar el centro de la escena política catalana, este congreso tiene que actualizar los principios tradicionales del socialismo en la sociedad del siglo XXI, y, al mismo tiempo, ofrecer respuestas concretas a los problemas que la sociedad tiene hoy junto con la oferta de equipos solventes, renovados o no, para materializárlas.
La opción y la dirección que tomará son previsibles. Esta característica, la previsibilidad, es uno de los mayores activos que tiene, hoy para hoy y tiene que ponerlo en valor. Sobre todo en unos momentos donde la indefinición, la volatilidad y a veces la insolvencia de las ofertas que se están haciendo tienen más a ver con el intento de resolver problemas internos (mediante "componendes") y no para dar respuesta a las nuevas desazones y necesidades de la gente.
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