miércoles, 26 de agosto de 2009

De qué hablamos



No siempre se habla de lo que más interesa a la gente.

El tema central de los debates públicos debería ser el cómo y el con qué atendemos las necesidades sociales que la crisis económica genera, precisamente en el momento en que además su existencia las agrava, pero no lo está siendo.

Los próximos presupuestos generales del Estado han de resolver el “soduku” que hoy tenemos planteado. Que no es otro que el de cómo favorecer la creación de empleo, ayudar a quienes lo ha perdido y/o prolongarles las prestaciones tras su agotamiento, subir los impuestos, reducir el crecimiento de los salarios de los funcionarios públicos, mantener el ritmo inversor y el gasto público para dinamizar la economía, dado el bajo tono del sector privado, al tiempo que se controla el déficit público para evitar que pueda acabar lastrando la recuperación tiempo.

Corresponde al Gobierno tomar las decisiones políticas y económicas para cuadrarlo. Exponiéndolas, primero, debatiéndolas, después, y, si es posible, alcanzando el máximo consenso social y político que las avale.

Algo de eso es lo que han intentando hacer los últimos días con sus declaraciones el Ministro José Blanco, la vicepresidenta Elena Salgado y el propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Pero nadie les ha seguido, al menos con el rigor y la profundidad que cabe esperar cuando se aborda un tema central.

Pero por contra, a lo que hemos asistido no ha pasado de ser sólo dos “despejes de pelota”. Uno del PP, protagonizado por Montoro, y otro de CiU. Ambos al alimón y de forma coincidente han rechazado compromiso político que tenga como premisa, reordenar o incrementar los impuestos a las rentas altas para financiar las prestaciones sociales.

Aunque, eso sí, con el mismo énfasis y sin ruborizarse por la contradicción que supone con su práctica de incrementar la presión fiscal cuando gobernaban, han proclamado que la congelación o reducción fiscal debe hacerse compatible con la reducción del déficit público, la incentivación de la creación de empresas y riqueza y el mantenimiento de la protección social.

Su cuadratura para ese círculo es sencilla: volver a repetir lo mismo que hemos pasado. Proponen la misma receta liberal que nos ha conducido a esta crisis: “con menos impuestos sobre los que tienen más recursos, menos intervención pública y más libertad para hagan lo que quieran, ellos crearan la riqueza necesaria para financiar el bienestar social”.

Lástima que para ello, ese “paradisiaco panorama” sea imprescindible que el resto de los mortales, veamos recortados los derechos e incrementados los impuestos indirectos para financiar la reparación de los daños que han causado, la recuperación de sus excedentes y las ayudas para que realizar nuevos negocios.

El debate de quién y de qué manera se pagará la crisis es el debate, por eso despistan y centran sus esfuerzos en que debatamos otros aspectos que, aunque también pueden ser importantes, no lo son tanto.

La tinta que ha corrido con la “supuesta” persecución del PP y la “non nata” sentencia del Constitucional sobre el Estatut, es la expresión de esas exitosas maniobras de distracción, que finalmente consiguen que el debate público - o como mínimo, el publicado – no se centre en aquello que los ciudadanos proclaman como su mayor preocupación, según el CIS y el CEO.

Además con ellos también se trata de esconder, por un lado, los efectos de la corrupción que el PP alimentó con la impunidad que le confería su mayoría absoluta y la forma de ejercerla y, por el otro, la equivocación de CiU rechazando el acuerdo de financiación que se deriva del Estatut.

Si queremos que no se incremente la distancia de la gente en relación a la política, debemos hacer un esfuerzo en centrar el debate sobre “la política de las cosas” e intentar huir de los debates sobre “las cosas de la política”.

miércoles, 19 de agosto de 2009

“Manis” preventivas, no gracias.


Prever el futuro para anticiparse a lo que puede suceder, es positivo. Creerse en el futuro es una ensoñación.

Nunca ha sido una política inteligente ponerse una venda antes que la herida, lo inteligente es prever y evitar los riesgos futuros, si es posible.

Eso fue lo que se hizo colectiva y mayoritariamente con el Estatut salido del Parlament, al negociarlo con las Cortes Generales, y sancionar despues ese resultado en referéndum.

Se negoció para que fuera constitucional, para que el paso adelante en el autogobierno de Catalunya se diera dentro de las posibilidades que ofrece la Constitución Española, pero con una visión más abierta y evolucionada del diseño autonómico que contiene. Era la forma de avanzar, sin aventurismos.

Eso no evitó que el Partido Popular, desarrollara una brutal oposición al proyecto estatutario durante su tramitación y finalmente formulara un recurso ante el Tribunal encargado de interpretar el texto constitucional.

Ahora cuando se cumplen los tres años de su entrada en vigor y, por fin, parece que se acerca la sentencia que validara su carácter constitucional la Convergencia que preside Artur Mas y dirige el núcleo duro más independentista (no parece que Unió siga esa juego) se ha sumado y está alentado un aire de excitación nacionalista a partir de dar por hecha la suposición de que el Tribunal Constitucional solo puede emitir una sentencia negativa sobre el Estatut y, en consecuencia, se debe organizar la resistencia.

Con ese silogismo tratan de esconder su fracaso con el sistema de financiación. Se equivocaron entonces y se equivocan ahora. Apostaron porque no habría acuerdo o sería insuficiente, y no fue así. Y ahora vuelven a errar apuntándose a manifestaciones preventivas, convocadas por aquellos que criticaron o rechazaron el Estatut y ahora quieren ser máximos defensores.

Hasta el ex President Jordi Pujol les ha tenido que decir que deben distinguir entre una posibilidad y una certeza y que en todo caso lo sensato es posponer cualquier actuación a conocer la sentencia.

Por otro lado, si de verdad buscaran reforzar la unidad catalana en nombre de la dignidad catalana y para defender el Estatut, lo que deberían hacer es ofrecer su apoyo incondicional al President Montilla, en lugar de continuar jugando a “marcar perfil”. Como escribía el cantante y compositor Rafael Subirachs, en su carta en el diario Avui sobre la manifestación: “¿se han preguntado que deterioro para la ya maltrecha unidad catalana significaría una manifestación que no contara con el actual President de la Generalitat? ¿Quizás piensan que así dominaran al President o, peor, lo desprestigiaran si no se doblega?

Pero ni por esas, la nueva cúpula, busca actuaciones “MADIaticas”. Igual que hace Florentino Pérez en el Real Madrid, se trata de desplegar una gran campaña que “tape” el triple éxito en la liga anterior de su principal adversario. Pero, esto no es futbol, sino de algo más transcendental.

Buscan recrear un ambiente de fracaso, frustración y agresión ¡No fuera cosa que la Diada fuera una fiesta donde se celebre el éxito de la financiación, en lugar de la rememoración de una derrota!

Hoy el Estatut se defiende aplicándolo. La financiación, la ley de educación, el traspaso de cercanías, de la Inspección de Trabajo o el reconocimiento de permiso de trabajo de las personas que emigren a nuestro país son ejemplos de cómo se avanza en el autogobierno.

La manifestación preventiva es una cortina de humo. Pero, las cortinas de humo solo sirven para huir o esconderse, nunca se ha construido nada con ellas.

Y si con ello despistan al personal sobre la contradicción de reunirse con el PP en privado y repudiarlo en público, recordando que el “número del notario” sigue vigente; hostigan a la ERC de Puigcercós, para que no rentabilice su apoyo a la financiación ocupando el espacio de centralidad que ellos han abandonado con su radicalización; mejor.

Por eso, “manis” preventivas, no gracias.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Políticos de guardia



De mi época del servicio militar, recuerdo lo aburridas que eran las guardias.

El tiempo se alargaba como un cicle. Nunca pasaba nada. No tenías con qué entretenerte. ¡Hasta deseabas que hubiera un incidente que rompiera la monotonía! Pero como no sucedía nada, tenías que dejar volar la imaginación y fabular con lo que sea.

Algunos de los políticos que en este mes de agosto están de guardia, mientras el resto de los mortales estamos de vacaciones, se dedican a fantasear e intentar hacer crecer gigantes donde no hay ni molinos de viento. Todo sea por alcanzar un titular o matar su aburrimiento, o quizás por su propia idiosincrasia o para proyectarse por encima del sopor que produce la canícula estival.

Uno de los clásicos del verano en Catalunya en este tema es el secretario general de CiU, Felip Puig. Hace dos años ya pidió la intervención del ejército como respuesta a un conflicto laboral en el aeropuerto del Prat.

Ahora, y a cuenta de los posibles conflictos que pueden producirse entre la regulación sobre las ayudas al sector financiero y las competencias catalanas sobre las cajas, de nuevo ha actuado de la misma forma: Empieza la casa por el tejado y exige que lo primero que debe hacer el Govern “es sacar la caballería”.

Evidentemente, que un independentista confeso, plantee que lo primero que debe hacerse es recurrir al Tribunal Constitucional, resulta extraño y más cuando se formulan día sí, día también, dudas sobre la neutralidad y capacidad del Alto Tribunal para dirimir los conflictos entre Catalunya y la Administración General del Estado.

Como exconseller seguro que conoce que existe la posibilidad del recurso previo de competencias, que permite al Gobierno de Catalunya hacerle ver al Gobierno de España los problemas que existen y negociar, si es posible, una salida antes de recurrir al Constitucional, via que continua abierta.

¿Por qué no lo propone? ¿Por qué prefiere dejarlo en manos de un Tribunal que cuestiona, antes que en las del Govern de su nación? Sencillamente, porque no pretende solucionar los problemas sino dar la apariencia que CiU es más contundente que nadie (en especial que ERC) y porque prefiere una sentencia del TC que un acuerdo del Govern, como se ha visto con la financiación autonómica.

Si además entramos en el fondo del tema que se ha utilizado como pretexto, la actitud es más preocupante. Si algo nos ha demostrado esta crisis es que no se puede jugar con la solvencia y la confianza del sector financiero. Su carácter sistémico hace que sus problemas se transformen en nuestros problemas.

La gestión desarrollada por algunas entidades financieras ha hecho que acumulen un excesivo volumen de riesgos, cuando no los han generado ellas mismas. Una falta de respuesta desde los poderes públicos y las autoridades financieras repercutiría en una pérdida de credibilidad y solvencia de nuestro sistema financiero que indefectiblemente se trasladaría a la economía real, desestabilizándola con mayor intensidad que la ya padecemos y contribuyendo a la destrucción de más empleo.

Evitar esa posible situación requería de una acción del gobierno central y el FROB (Fondo de restructuración ordenada bancaria) es un buen instrumento para tal fin.

¡Ahora bien! que sea útil, urgente y necesario no justifica que en su formulación concreta no haga con un absoluto respeto a las competencias del resto de autoridades económicas del Estado - la Generalitat es también Estado -, ni que algún político de guardia continúe intentando jugar al independentismo con temas tan serios, para matar su aburrimiento o conseguir un titular de prensa.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Confianza en el futuro.


El índice de confianza de los consumidores españoles se recupera. ¡Y eso es bueno!

El dato ofrecido por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) No es para tirar cohetes, porque la nota es equivalente a un 3,6, pero es la más alta que hemos tenido desde hace año y medio cuando la economía todavía crecía a un ritmo superior al 3%. Ese indicador se construye teniendo en cuenta dos factores: la percepción del presente y la previsión del futuro económico. Y la gente diferencia bien entre uno y el otro, mientras al primero le da poco más de un 2’5, el segundo lo aprueban con casi un 6.

Ni viven como Alicia en el País de las Maravillas, ni aducidos por los cantos de las sirenas dirigen contentos sus naves contra los acantilados, sin conciencia del riesgo. Conocen perfectamente la gravedad de su situación presente y la de sus convecinos –que no la ven igual -, sin que ello les impida tener una mayor confianza en el futuro que hace unos meses. Justo lo contrario de lo que sucedía al inicio de 2008.

Que mejore el nivel de confianza de los consumidores es necesario, pero no suficiente para salir de la crisis.

En economía, la confianza es un intangible. No son bienes o servicios, ni inversiones, que puedan contabilizarse en el PIB, ni cotiza en bolsa, ni resuelve los problemas de liquidez. Su falta ha amplificado los problemas del sistema financiero primero y del productivo después, por ello su recuperación es imprescindible para que se produzca todo lo anterior, que sí es tangible.

La confianza es una delicada flor que no requiere ni optimismos excesivos, ni derrotismos patológicos, sino inteligencia, esfuerzo y perseverancia Que la acompañen y dirijan hacia metas prácticas y cambios concretos.

Así es como se evitara malograrla y servirá de plataforma sobre la que reconstruir una economía más sana y productiva que la actual, que ha demostrado sus debilidades por inconsistente y especulativa.