jueves, 22 de julio de 2010

Creerse la propaganda


Parece que la mayoría del Tribunal Constitucional (TC) se ha creído, o participa, de aquella propaganda que decía que el Estatut era un intento de los catalanes para imponer al resto de España sus pretensiones. Y ha dictado sentencia en base a ella.

Sólo así se entiende que trate el Estatut como si fuera una ley del Parlament, y no como una ley de las Cortes Generales, al afirmar que para hacer efectivo lo que allí se recoge, hay que incorporarlo en otra ley. Otra ley que además de ser sectorial también debe ser de carácter orgánica.

¿El Estatut es una Ley Orgánica de las Cortes Generales? Sí. ¿Una Ley Orgánica, si además está ratificada en referéndum, vale igual que otra ley orgánica? Sí, pero para ellos, no.

Entonces, ¿a qué se debe esta extraña lógica del la mayoría del TC? Sencillamente a que en el fondo de su pensamiento hay una concepción de España centralizada, cartesiana y vertical y no la visión descentralizada, dialéctica y pluridisciplinar que impregna el fondo y la forma del Estatut.

Detrás de la sentencia del TC está La incapacidad de estos magistrados para asumir que, por ejemplo la regulación estatutaria de la financiación de las comunidades, del poder judicial o del tribunal de cuentas, puede satisfacer, al mismo tiempo, las ansias de autogobierno de Catalunya y ser generalizables a una España , de vocación federal.

El problema de sentenciar sobre la base de la propaganda es que ésta no responde a la realidad, pero sobre todo porque tensiona de una manera inútil, artificial y peligrosa la sociedad.

viernes, 9 de julio de 2010

La 'mani' de Carmen de David Miró

No acostumbro hacerlo, pero me parace un articulo tan bueno el que hoy publica David Miró en el Periodico que soy incapaz de no transcribirlo en mi blog.
¡¡Lo encuentro genial!!

Pongamos que se llama Carmen y que vive en el barrio de Sant Ildefons, en Cornellà de Llobregat. Llegó hace 50 años, cuando todavía era una adolescente, huyendo de la miseria del campo andaluz. Hoy sus dos hijas tienen carrera y buenos trabajos (cruza los dedos cada vez que lo dice), y su principal ocupación es cuidar de los nietos. Siempre ha sido muy activa y muy curiosa, nunca se le fueron las ganas de aprender, de recuperar lo que la larga noche franquista le arrebató. Hace dos años se apuntó a un curso de catalán del Consorci per a la Normalització Lingüística, y ya ha llegado al nivel intermedio. Se atreve incluso a hablarlo con sus nietos, Pol y Arnau. Se enfada mucho cuando en verano vuelve al pueblo y le hablan mal de los catalanes. El otro día se encaró con un jovenzuelo envuelto en la bandera de España que tras el partido gritaba «Puta Catalunya». «Pero hijo, no ves que si no hubiese sido por Catalunya hoy a lo mejor serías alemán», le espetó.

No entiende de federalismo ni de tribunales constitucionales, pero sabe que Catalunya es especial, que no es lo mismo que otras partes de España (ella ha recorrido muchas con el Imserso) y que no hace falta haber ido a la universidad para verlo. Es evidente. Las cosas aquí son diferentes, van de otra manera, la gente tiene otra forma de pensar. Y no pasa nada. Tiene un yerno independentista y a veces discuten, pero todo se arregla con un buen vino y unos chistes. A fin de cuentas también tiene familiares de derechas. No se puede estar de acuerdo en todo con todos.

Carmen está pensando si irá a la manifestación. Su marido no está bien (es lo que le pasa a la clase trabajadora, que la salud se acaba justo a los 65), pero sus hijas sí quieren que vaya. Ella no ha ido a una manifestación desde las reivindicaciones vecinales de los 80, y le da miedo con todas esas cosas que se ven por la tele, las cargas policiales, los disturbios... Su hija María le dice que no pasará nada, que también va el president Montilla y que habrá mucha gente, de todo, no solo nacionalistas radicales, como dice ella de su yerno.
El yerno es, precisamente, quien más le insiste. Ya le ha dicho que ese día no irá con ninguna estelada ni gritará independencia ni nada. Solo desfilará, en silencio, al lado de su mujer, sus hijos y su suegra. En su agrupación de ERC ya se ha discutido por eso con compañeros que quieren gritar contra España, incluso algunos contra Montilla y los socialistas. Piensa que sería un inmenso error, que mañana lo importante, lo que verdaderamente marcará la frontera entre el éxito y el fracaso, es que su suegra pueda ir a la manifestación y sentirse cómoda, es decir, catalana.
Por eso hará lo necesario para que sea así. Y el domingo, a Sant Ildefons a comer ese salmorejo que le sale tan bueno... y a discutir también, si se tercia.


miércoles, 7 de julio de 2010

El Estatut, la solución


Aquellos que no apoyaron el Estatuto, e incluso algunos que como CiU si lo hicieron, ahora quieren aprovechar el rechazo que provoca la sentencia del Tribunal Constitucional para ir más allá.

No por conocido y advertido, como ha venido haciendo el Presidente Montilla, se ha evitado uno de los principales riesgos que comportaba el fallo de este Tribunal Constitucional y en estas circunstancias: que separadores y separatistas se retroalimente, una vez más.

La desconfianza, los prejuicios, los juicios previos y la incapacidad para entender que "el término nacionalidades era sinónimo de nación y que, en este sentido, España era una nación de naciones y de regiones", como decía el ponente constitucional, Gregorio Peces- Barba, en el momento de defender el proyecto de Carta Magna, les ha llevado a emitir una resolución con la que no coinciden muchos catalanistas, que no son independentistas.

Muchas de esas personas consideran que Cataluña es una nación y que individual y colectivamente ejercemos el derecho a decidir cada vez que vamos a las urnas, ya sea para elegir nuestros representados o para refrendar la Constitución o los dos Estatutos que hemos tenido, hasta ahora.

Son personas que no quieren aventuras inciertas, ni alocadas carreras hacia los acantilados de la independencia.

Son personas que no confunden el Tribunal Constitucional con el Gobierno, ni el PSOE con el PP, pues mientras el primero ayudó a hacer posible que hoy se haya ampliado nuestra capacidad de autogobierno, mediante el nuevo Estatuto, el otro recogió firmas contra él, alimento la catalanofobia y finalmente lo recorre ante el Alto Tribunal. De igual manera esas personas son capaces de distinguir entre la derecha española y el resto de personas que conforman el conjunto de España.

Personas que no creen ni practican ninguno de los dos nacionalismos, ni el español ni el catalán. Ni quieren que estas posiciones extremas – y a veces extremadas - deterioren la convivencia social.

Son personas que saben que seguir defendiendo el contenido íntegro del texto emanado de las Cortes y ratificado por la ciudadanía de Catalunya, es la solución más inteligente políticamente, porque supone respetar y hacer respetar el pacto que tantos esfuerzos ha costado y que permite encajar mejor la realidad nacional de Cataluña dentro de España.

Hoy el Presidente Montilla, es la única autoridad y los socialistas la única fuerza que apuestan por ello.

El resto, CiU incluida, hacen dejación de esta responsabilidad y permiten el esperpento de que sea un personaje como el Sr. López Tena (miembro de CDC), que poco después de dejar de ser vocal del Consejo General del Poder Judicial -español, se entiende- se transforma en uno de los promotores de las autoconsultas independentistas, quien interprete, monopolice y instrumentalice el rechazo a la sentencia.

Detrás del Estatuto hay más gente que de las propuestas soberanistas y la "senyera" nos representa a todos mejor que cualquier lema.

Sí queremos que más y más catalanes se sientan cómodos en este acto en defensa del Estatut: ¡Potenciamos lo que compartimos y no los particularismos!