El impuesto de sucesiones no se ha eliminado totalmente, como pretendían PP i CiU. No obstante, la reforma aprobada por la mayoría del Parlament de Catalunya (PSC, ERC i ICV-EUiA), exime de satisfacerlo en el 94% de las veces.
A pesar de ello, quienes defendían su desaparición, como siempre ocurre, se han apresurado a anunciar que si por un casual llegaran a tener una mayoría suficiente lo suprimirían. Cuando CiU gobernaban con el respaldo del PP y Artur Mas era el Conseller d’Economia y líder impectore del Govern, no lo hizo. No sólo lo mantuvo, sino que lo defendió.
Hoy dicen lo contrario, eso sólo puede deberse a dos razones: que quieran beneficiar a los herederos de ese 6% de casos o que crean que no se debe pagar nada por las herencias.
En el primer supuesto nos encontraríamos ante una defensa interesada y corporativa.
Interesada por parte de aquellos que, hoy en la oposición, optan por llegar a gobernar intentando conseguir el favor electoral de ese porcentaje de personas, basándose en hacerles creer que la defensa de sus intereses, es lo que más les interesa.
Y corporativa, porque en algunos casos la medida no se defiende pensando en el bien común, sino con la calculadora en la mano para saber en cuanto se beneficiaran los suyos.
En el segundo supuesto, la posición tiene que ver con el modelo de sociedad que pretende defenderse: Una, donde la posición social se tiene y obtiene por razón de cuna u otra, donde la capacidad y el esfuerzo personal y los méritos que se consiguen con él son los que la determinan.
Si se opta por una sociedad aristocrática tiene lógica que algunos de quienes detentan fortuna y poder pretendan auto excluirse de la obligación de ese impuesto, que financia el estado del Bienestar, evidentemente no en exclusiva pero si junto a las otra figuras impositivas. Deben pensar que si la posición social la da la cuna, ¿Por qué deben financiar los mecanismos generadores de igualdad de oportunidades que ayudan a quienes se esfuerzan?
Pues, entre otras cosas, porque si se aplicara su lógica, sus herederos lo serian de una sociedad anquilosada y condenada a la decadencia, como ha sucedido históricamente a ese tipo de sociedades.
Y como tuvieron que recordarle las grandes fortunas americanas (Bill Gates de Microsoft incluido) al Presidente Bush al hacerle saber que a ellos no les hacia ningún favor suprimiendo ese impuesto. Pues ellos, de forma inteligente y no mezquina, preferían contribuir a vivir una sociedad un poco más justa, más segura y más equilibrada, donde las persones se las midiera por su capacidad y su esfuerzo y no por el estatus de su familia – aunque sus herederos recibieran menos – que tener que convivir con la inseguridad que acompaña a los desequilibrios sociales, la injusticia y la insolidaridad.
Port otro lado, esa concepción aristocrática de la sociedad comporta una gran ineficiencia económica y social al despilfarrarar el talento y la capacidad de las personas por el simple hecho de no haber nacido en el seno de una familia acaudalada.
Al final, en el tema del impuesto sobre sucesiones la cuestión es: méritos o cuna.