miércoles, 18 de junio de 2008

Una mala señal





La propuesta de directiva sobre las 60 horas es una mala señal.

Se mire como se mire, tanta desde el punto de vista económico, político como a social, es una mala señal.

Una mala señal económica, porque hace creer que Europa puede competer, en este mundo globalizado, adoptando las condiciones laborales de los países emergentes. ¡Éste es el camino directo de la derrota!

Nunca podremos rebajarlas tanto como ellos, y si lo hiciéramos, surgirían otros con peores condiciones. La estrategia europea inteligente, para competir en la sociedad del conocimiento, es y será la de producir de bienes y servicios de mayor valor añadido.

Una mala señal política, porque presupone construir Europa rebajando los derechos, hasta el nivel de lo que tiene menos, en lugar de propiciar la cohesión entre todos, como hasta ahora, mediante la promoción de los que estaban en peor situación hasta que lleguen a la situación de los más elevados.

Y una mala señal social, porque retrotrae derechos alcanzados colectivamente, permite la superación de la jornada máxima de 48 horas, establecidas en 1917 porpara l'OIT y adoptada por Europa, es contradictorio con la política de investigación, desarrollo e innovación, la búsqueda de la conciliación entre la vida laboral y personal y con la jurisprudencia de los tribunales europeos e incorpora la individualización de las relaciones laborales.

Aunque la directiva se apruebe en el Parlamento Europeo no se aplicará a España. Las 40 horas semanales, o su equivalencia anual, continuarán vigentes, también la no disponibilidad de este derecho de forma individual, así cómo, su reducción y regulación por y en los convenios.

Pero, a pesar de eso, es una mala señal.

Y las señales son importantes. Los mensajes y las señales que son lanzadas por una autoridad condicionan tantas decisiones individuales que se transforman en hechos colectivos, y por eso no tendría que prosperar.

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