miércoles, 17 de septiembre de 2008

Política y pedagogía


“Política quiere decir pedagogía” ese aforismo de Rafael Campalans debería ser seguido más asiduamente. ¡A todos nos iría mejor!
Pero no es así. Sin ir más lejos, ésta última semana hemos tenido un “profundo” y estéril debate a cuenta de la palabra flexibilidad. La oposición y hasta algún socio en el Govern han suscitado interpretaciones y juicios de intenciones sobre la utilización que hizo el President Montilla de la susodicha palabra en su discurso institucional de la Diada, sin el más mínimo rigor. El debate político es algo sano y necesario, la tergiversación, no.
Se ha intentado asimilar flexibilidad con ductilidad
. Eso no es sólo un error conceptual. Supone equiparar la capacidad de adaptarse al entorno sin partirse con la de deformarse o plegarse por una presión exterior. ¡No es una diferencia baladí!
Lo que dijo el Presidente Montilla de buscar el acuerdo desde la lealtad, con flexibilidad y firmeza, es de una claridad meridiana. Nadie sostendría en público que con deslealtad, inflexibilidad y rigidez se alcanzará el acuerdo, ¿verdad? Hágase pedagogía de la negociación eficaz, hágase buena política.
Esto no es una competición para ver quién es más duro, sino de cómo ser más eficaz para alcanzar un buen acuerdo de financiación autonómica. Entre otras cosas porque, como ocurre con los diamantes, ser duro (no dejarse rayar) es compatible con ser frágil (romperse con facilidad).En esta negociación, como en todas, para llegar al acuerdo lo que se necesitan es: hacer pedagogía de nuestras razones; tratar de entender las razones del otro para hacer posible que todos ganen, nosotros también; no plantear la negociación como un trágala, ni por un lado ni por el otro y apoyar y no crear dudas sobre los negociadores, el Govern y su President, y sus intenciones.

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