La futura sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto no avalará que Cataluña tenga un sistema de concierto económico y su financiación cabrá dentro del sistema general, según recogía "La Vanguardia" en su edición del día 4 de agosto haciendo rezo de una presunta filtración informativa.
¡Qué gran descubrimiento! Si la Constitución hubiera previsto un sistema de concierto económico para Cataluña, lo habría dicho. Y si el Estatuto lo hubiera buscado, también lo habría dicho. Pero, ni uno texto ni el otro, no lo dicen. La razón es sencilla, no forma parte de sus previsiones.
Por otra parte, que haya una relación bilateral Cataluña-Estado, no excluye que los acuerdos entre ambas no sean generalitzables - el Estado garantiza que así sea - y por lo tanto integrable en el modelo general. Es más, así se explicó junto con la defensa de la constitucionalidad del Estatuto.
El hecho de que el texto estatutario recoja la existencia de una agencia concertada - que no concierto económico -, una mayor participación en los impuestos no cedidos (IVA, IRPF y Impuesto de sociedades), una nivelación de los servicios básicos (salud, educación y servicios sociales) y una distribución que respete el nivel de población real, no harán que Cataluña deje de aportar recursos de forma absoluta y solidaria. Eso será así mientras su nivel de renta sea superior a la media estatal. En todo caso, la aplicación del Estatuto y con él, esos factores, a lo sumo corregiran un injusto exceso de transferencias, que por otra parte se necesitan para atender las necesidades básicas de las personas que viven aquí.
Si estos problemas no se derivan de los textos jurídicos. ¿Dónde nacen esos fantasmas? Pues en el imaginario político de quienes interpusieron los recursos, los cuales dan cómo alcanzadas las anunciadas, pero afortunadamente insatisfechas, demandas de los nacionalistas, que a su vez, justifican con ellas la insuficiencia del Estatuto. De nuevo con este juego, se crean unos inexistentes agravios a ambos lados, para después, pasar a combatirlos con virulencia y desaforo.
El Constitucional tiene que "pelearse" con los textos, no con fantasmas. Tiene que resolver pensando en lo escrito y no interpretar restrictivamente futuribles no planteados. Tiene que hacer como hacen las Cámaras de Comercio catalanas, centrar y concentrar el debate en lo concreto, como ha hecho cuando ha cuantificado los euros que separan los diferentes planteamientos.
Así se ayuda a avanzar hacia la solución, luchando contra los fantasmas, no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario