miércoles, 4 de noviembre de 2009

Indignados, no desmoralizados


Es normal y positivo que estamos indignados, en caso contrario significaría que la apatía, el descreimiento, y la desmoralización se han impuesto y que la falta de ética de los que corrompen y los que se dejan corromper ha triunfado.

Por eso estoy indignado, pero ni puedo ni quiero estar desmoralizado.

Y tengo razones para no estar desmoralizado:
- El sistema democrático ha funcionado
- Han sido los mecanismos institucionales (judicatura y policía) los que han puesto en evidencia estos casos de supuesta corrupción.
- Creo en la justicia y confío en que se hará justicia y pagarán los culpables, con todas las garantías y respeto a la presunción de inocencia que sean necesarias, pero sabiendo que finalmente "quien lo haya hecho lo pagará"

Y, además, tampoco quiero estar desmoralizado:
- Porque no se lo merecen las miles y miles de personas que están desarrollando cargos públicos como servicio a la gente y no sirviéndose de la gente.
- Porque no les quiero dar ese gusto a los corrompidos ya los corruptores.
- Porque no quiero abrir la puerta a los populistas

Soy de los que creo que las noticias de estos días sobre Millet y Montull, primero, y sobre Alavedra, Prenafeta, García, Muñoz y otros son dos "torpedos a la línea de flotación" de la moral pública.

Los dos casos (Palau de la Música y Pretoria) no son iguales. Este último apunta hacia unas prácticas de enriquecimiento individual, pero no se vislumbra ninguna deriva hacia una posible financiación irregular de partidos, a diferencia de lo que sucede con el saqueo en el Palau y la transferencia de más de 600.000 € a la Fundación de Convergencia Democràtica de Catalunya.

Sin embargo, en ambos casos el daño infligido a instituciones y administraciones, al apropiarse de ellas y de una parte de sus recursos, rebasa con mucho el quebranto económico producido. Por eso la acción de la justicia es necesaria, pero insuficiente, hay daños políticos que requieren de respuestas desde la política.

Respuestas que dejen claro que "no todos los políticos son iguales", como reclamaba el Presidente Montilla, y también que miles de personas están desarrollando tareas públicas de manera honesta. La ciudadanía debe ver y percibir que practicamos una "tolerancia cero" con la corrupción, si queremos recuperar su confianza. Y esto debemos hacerlo sin miramientos por más desconcierto tristeza y dolor que nos pueda generar el hecho de que esas prácticas puedan llevar a cabo personas que conocemos.

Y en este sentido, la rápida y contundente reacción del PSC, anunciando a las dos horas de iniciado el registro del Ayuntamiento de Santa Coloma que "se suspendería de militancia a las personas que resultaran imputadas, porque estas prácticas son incompatibles con el partido "y cumpliéndose, no sólo es ejemplar y adecuada, sino que todavía contrasta más con las dubitacions, intentos de" sacudirse las pulgas ", mirar hacia otro lado que han exhibido los portavoces de CiU, Felip Puig y Oriol Pujol.

Del sainete sobre si devolverán o no el dinero destinado a la cultura que han acabado en las arcas de su Fundación ... de eso mejor ni hemos hablamos! Es el ejemplo de lo que no se debe hacer, si se quiere generar confianza en la política.

Además de lo que hagan los partidos políticos en su funcionamiento interno, habrá que encontrar las medidas adecuadas que conlleven el incremento de la transparencia, así como la mejora del control administrativo, policial o judicial de las instituciones de actuaciones y transacciones para evitar , detectar, con más anticipación, y sancionar hechos similares, si se producen hechos delictivos.

Sin paroxismos ni teatralizaciones excesivas e interesadas, reconociendeo que hemos avanzado mucho en la lucha contra la corrupción, mediante los cambios en la legislación penal y urbanística, con la creación de fiscalías y unidades anticorrpució, la dotación de más y mejor recursos a los cuerpos y fuerzas de seguridad, que hemos impulsado los socialistas desde el gobierno central o el de Cataluña cuando hemos tenido la responsabilidad.

Pero estas situaciones nos demuestran que todavía quedan rendijas por las que se han colado las actuaciones impulsadas por la ambición y la codicia de unas personas, y que habrá que analizar y aplicar qué medidas hacen falta para sellar la foto de una forma aún más eficaz.

Siendo consciente de que la condición humana junto con grandes virtudes, también produce estas excrecencias. Y que, posiblemente, otros intentarán aprovecharse de lo público para satisfacer sus intereses privados. Y nos seguirán poniendo a prueba.

Indignación, sí, desmoralización, no!

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