Prever el futuro para anticiparse a lo que puede suceder, es positivo. Creerse en el futuro es una ensoñación.
Nunca ha sido una política inteligente ponerse una venda antes que la herida, lo inteligente es prever y evitar los riesgos futuros, si es posible.
Eso fue lo que se hizo colectiva y mayoritariamente con el Estatut salido del Parlament, al negociarlo con las Cortes Generales, y sancionar despues ese resultado en referéndum.
Se negoció para que fuera constitucional, para que el paso adelante en el autogobierno de Catalunya se diera dentro de las posibilidades que ofrece la Constitución Española, pero con una visión más abierta y evolucionada del diseño autonómico que contiene. Era la forma de avanzar, sin aventurismos.
Eso no evitó que el Partido Popular, desarrollara una brutal oposición al proyecto estatutario durante su tramitación y finalmente formulara un recurso ante el Tribunal encargado de interpretar el texto constitucional.
Ahora cuando se cumplen los tres años de su entrada en vigor y, por fin, parece que se acerca la sentencia que validara su carácter constitucional la Convergencia que preside Artur Mas y dirige el núcleo duro más independentista (no parece que Unió siga esa juego) se ha sumado y está alentado un aire de excitación nacionalista a partir de dar por hecha la suposición de que el Tribunal Constitucional solo puede emitir una sentencia negativa sobre el Estatut y, en consecuencia, se debe organizar la resistencia.
Con ese silogismo tratan de esconder su fracaso con el sistema de financiación. Se equivocaron entonces y se equivocan ahora. Apostaron porque no habría acuerdo o sería insuficiente, y no fue así. Y ahora vuelven a errar apuntándose a manifestaciones preventivas, convocadas por aquellos que criticaron o rechazaron el Estatut y ahora quieren ser máximos defensores.
Hasta el ex President Jordi Pujol les ha tenido que decir que deben distinguir entre una posibilidad y una certeza y que en todo caso lo sensato es posponer cualquier actuación a conocer la sentencia.
Por otro lado, si de verdad buscaran reforzar la unidad catalana en nombre de la dignidad catalana y para defender el Estatut, lo que deberían hacer es ofrecer su apoyo incondicional al President Montilla, en lugar de continuar jugando a “marcar perfil”. Como escribía el cantante y compositor Rafael Subirachs, en su carta en el diario Avui sobre la manifestación: “¿se han preguntado que deterioro para la ya maltrecha unidad catalana significaría una manifestación que no contara con el actual President de la Generalitat? ¿Quizás piensan que así dominaran al President o, peor, lo desprestigiaran si no se doblega?
Pero ni por esas, la nueva cúpula, busca actuaciones “MADIaticas”. Igual que hace Florentino Pérez en el Real Madrid, se trata de desplegar una gran campaña que “tape” el triple éxito en la liga anterior de su principal adversario. Pero, esto no es futbol, sino de algo más transcendental.
Buscan recrear un ambiente de fracaso, frustración y agresión ¡No fuera cosa que la Diada fuera una fiesta donde se celebre el éxito de la financiación, en lugar de la rememoración de una derrota!
Hoy el Estatut se defiende aplicándolo. La financiación, la ley de educación, el traspaso de cercanías, de la Inspección de Trabajo o el reconocimiento de permiso de trabajo de las personas que emigren a nuestro país son ejemplos de cómo se avanza en el autogobierno.
La manifestación preventiva es una cortina de humo. Pero, las cortinas de humo solo sirven para huir o esconderse, nunca se ha construido nada con ellas.
Y si con ello despistan al personal sobre la contradicción de reunirse con el PP en privado y repudiarlo en público, recordando que el “número del notario” sigue vigente; hostigan a la ERC de Puigcercós, para que no rentabilice su apoyo a la financiación ocupando el espacio de centralidad que ellos han abandonado con su radicalización; mejor.
Por eso, “manis” preventivas, no gracias.
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