¡Se agradece la objetividad!
Las bajas laborales por enfermedad común, la parte más importante del absentismo, son un tema recurrente cuando se abordan las relaciones laborales, y más en tiempo de crisis.
Mucho veces resulta un tema poliédrico y controvertido, pues en él chocan el derecho a estar enfermo y su efecto sobre la economía productiva y eso hace que inicialmente las posiciones de las partes no aparezcan como mucho reconciliables.
Por eso, es tan de agradecer el esfuerzo que han hecho las Consejeras de Trabajo, Mar Serna, y de Salud, Marina Geli, para objetivarlo, aportando los datos reales de este fenómeno.
Con estos datos objetivos sí que se podrán establecer diagnósticos correctos, propuestas adecuadas, actuaciones racionales y consensos asumibles por las partes sociales, como ya se hizo en los años 80, en el incorporarse como un elemento del "Acuerdo Marco Interconfederal (AME)" firmado por la UGT y la CEOE, y que el año 81 en el "Acuerdo Nacional de Empleo (ANE)" era asumido también por CC.OO.
Los propios datos facilitados delimitan la dimensión de lo que es problemático y el que no. Así pues, sólo el 6% de los trabajadores tienen más de una baja al año mientras el 76% no tienen ninguno. Los días totales de baja motivados por enfermedades graves, como el cáncer, son casi las mismas que produce las gripes y resfriados. Claro está que de las primeras - por fortuna - hay menos que de le segundas, aunque con una duración 16 veces mayor. Pero aquello que produce más días de baja laboral son las dolencias osteomusculars.
No obstante, esta información también deja traslucirse otras cuestiones que sueño estrictamente sanitarias.
Por ejemplo, que los menores de 25 años son los que registran más partes de baja, pero de menor duració y que en el polo opuesto nos encuentramos a las personas mayores de 55 años, con el menor número de bajas pero con una duración 5 veces superior a los más jóvenes.
Claramente este hecho no se puede imputar a un peor estado de salud de la juventud. Una explicación sanitaria quizás relacionaría este hecho con lo importante número de bajas laborales (osteomusculars) que se producen los lunes, motivadas por el ejercicio de actividades deportivas los días festivos anteriores y que evidentemente desarrollan con mayor frecuencia los jóvenes.
A pesar de eso, tampoco se puede descartar que estos datos sean la expresión de otros factores laborales y socioculturales.
Si hace un tiempo alguien le preguntaba a una persona joven "que quería ser mayor", la respuesta era contestar con el nombre de una profesión. En aquella organización social el oficio, el status social y el proyecto vital eran un pack compacto y era seguro que esforzándote podías alcanzarlo cumplido, hoy no.
Actualmente y despues de casi una generación que ha crecido laboralmente en medio de un ámbito en el que lo especulativo, fútil e inmediato ha prevalecido sobre lo productivo y rentable a medio plazo, que ha hecho que el correcto desarrollo de las tareas asignadas y el esfuerzo no aseguran ni siquiera la renovación de un contrato temporal, muchas veces económicamente escaso, y el mensaje dominante es que: "lo único que tienen seguro es que cambiarán" ¿el fenómeno sociológico de la falta de compromiso con un trabajo, de la falta de cultura del esfuerzo, no se nos antoja como un resultado lógico?
Igual que nos plateamos devolver a una regulación del sistema financiero para evitar que el exceso de desregulación acabe doliendo en todo el mundo, tendríamos que abogar por una mejora de la estabilidad en la ocupación, para todo el mundo, que hiciera visible y rentable el esfuerzo constante por el desarrollar de un proyecto personal sostenible.
Por eso, bienvenida sea la información objetiva porque será la base de las alianzas y los acuerdos para la solución real y posible de la mayoría del absentismo laboral, aunque también será bienvenida la profundización en el conocimiento y resolución de los otros factores que contribuyen a su mantenimiento.
Sobre todo si esperan que su descenso se profundice.
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