Bien!!!! Muy bien!!!
El Parlamento Europeo ha rechazado por mayoría absoluta la prolongación de la jornada máxima a las 65 horas, que contemplaba la directiva sobre el tiempo de trabajo.
Una decisión como esta ayuda a mantener la confianza con las instituciones europeas. Y ESO ES MUY IMPORTANTE.
Porque, ahora más que nunca, nos hace falta más Europa y no menos.
Con decisiones como ésta sus instituciones se acercan a sus ciudadanos, a lo que quieren y necesitan, que la construcción de Europa se haga sin perder al modelo social y económico que la caracteriza.
Esta directiva era un torpedo en la línea de flotación de la negociación colectiva, entendida como el mecanismo para gestionar de forma racional el conflicto social, las diferencias de intereses. Éste era el mayor riesgo que suponía, pues, permitía aplicar la ampliación de la jornada por encima de los convenios si individualmente un trabajador lo aceptaba
La individualización de las condiciones laborales que la impulsaba era hija y extensión de los ánimos liberalizadores y desreguladores que nos han llevado hasta la situación de crisis financiera que hoy está afectando a la economía real.
Lo más curioso del tema se que todos éste gurús del liberalismo, que no de la libertad, que ahora exigen intervencionismo público para que los salven del agujero que han construido, cuando se trata de las relaciones laborales no han cambiado su discurso, siguen defendido que la mejor regulación es la que no se hace, aunque la que haya esté hecha por las partes.
Son intervencionistas para prohibir la libertad colectiva de acordar.
¿Como si fuera posible que nos saliéramos del agujero sin que haya una acción acordada entre empresarios y trabajadores para aplicar aquello que se pacte? ¿Alguien cree que sin pacto será posible imponer alguna medida?
Si se hubiera dinamitado el papel y la función de la negociación colectiva, como se pretendía, en nombre de la libertad individual para aceptar unas peores condiciones laborales, ¿Quién sería capaz de generar certezas?.
Teníamos un riesgo y lo hemos superado. Muy bien, ahora conviene continuar trabajando para que la Europa política continúe transformándose en lo que necesitan sus ciudadanos: una estructura política, democrática y global, que participe en la gobernación de un mundo globalizado, con la sensibilidad social de poner la economía al servicio de las personas y no al revés.
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