Oponerse a los presupuestos, como hace CiU, puede ser una opción legítima, pero, seguro, es equivocada.
Ni ellos, ni a quienes quieren representar, no se pueden permitir el lujo de dilapidar así su capacidad de influir, porque con esta postura se transforman en una opción marginal, es decir, situada en los márgenes.
El PP ocupa y copa todo el espacio reservado a la oposición al Gobierno de España, porque es el papel que le han dado los ciudadanos mediante las urnas. En este escenario, CiU queda desbancada y no puede destacar. Su papel crece si alcanza acuerdos, no si opone. ¡El Presidente Pujol debería explicárselo!
Con su negativa a rentabilizar sus diputados sólo ha conseguido sumar sus votos al PP y que sean sus socios nacionalistas en Galeuscat, PNV y BNG, quienes obtengan contrapartidas. Es decir, han hecho un negocio ruinoso.
Los presupuestos del próximo año no son fáciles. Deben servir para afrontar una dura situación económica en la que, una vez se haya superado la actual crisis financiera, continuará siendo necesario perseverar en el esfuerzo para cambiar nuestra economía real, transformándose en una generadora de productos y servicios con más valor añadido que sirvan para crear más y mejor empleo.
Los grandes números del presupuesto van en esta dirección. Cuando recortan el gasto corriente no imprescindible, incrementan la inversión en I+D+i, fomentan la creación de infraestructuras y mantienen los compromisos sociales, estando yendo por el buen camino. Además ya incluyen el compromiso de inversiones con Cataluña, haciendo que las previsiones de inversiones del Estado en Cataluña sean las más grandes de la historia. Eso sí, queda pendiente, que los resultados de la negociación sobre financiación estén incorporados.
Ahora bien, ¿el rechazo a los presupuestos, que ha propuesto CiU, nos ayuda o nos perjudica? Es evidente que nos perjudica, lo retrasa todo. Retrasaría las actuaciones que se desprenden del presupuesto para hacer frente a los efectos de la crisis económica pero, además, también aplazaría en el tiempo las inversiones y la financiación que Cataluña necesita.
Duran Lleida - que con su Congreso ha querido ofrecer una imagen más centrada de la coalición, lo sabía y por eso ofreció negociar, pero otra vez ha perdido la batalla interna, la radicalización de Mas y del “núcleo duro” se lo ha impedido.
Últimamente estamos asistiendo de forma reiterada a una estrategia donde sus ansias por debilitar el Presidente Montilla, rebasan con creces la serenidad y responsabilidad que les es exigible y también la inteligencia (finezza) política. ¿No se ha dado cuenta que abanderado una postura de oposición, lo que conseguirán es lo contrario que buscan? La gente ve que el Presidente Montilla, y los socialistas catalanes detrás suyo, son los únicos que está batallando, hasta el final, por la justa financiación que necesita Cataluña. Lo hacen sin ceder en lo fundamental y también sin levantarse de la silla o haciendo “saltitos” exhibicionistas.
Aquí y ahora, no se trata de ganar titulares, o fotos, se trata de alcanzar un buen acuerdo.
Ante esto, sólo cabe decir que la postura de CiU es legítima, pero equivocada.
Ni ellos, ni a quienes quieren representar, no se pueden permitir el lujo de dilapidar así su capacidad de influir, porque con esta postura se transforman en una opción marginal, es decir, situada en los márgenes.
El PP ocupa y copa todo el espacio reservado a la oposición al Gobierno de España, porque es el papel que le han dado los ciudadanos mediante las urnas. En este escenario, CiU queda desbancada y no puede destacar. Su papel crece si alcanza acuerdos, no si opone. ¡El Presidente Pujol debería explicárselo!
Con su negativa a rentabilizar sus diputados sólo ha conseguido sumar sus votos al PP y que sean sus socios nacionalistas en Galeuscat, PNV y BNG, quienes obtengan contrapartidas. Es decir, han hecho un negocio ruinoso.
Los presupuestos del próximo año no son fáciles. Deben servir para afrontar una dura situación económica en la que, una vez se haya superado la actual crisis financiera, continuará siendo necesario perseverar en el esfuerzo para cambiar nuestra economía real, transformándose en una generadora de productos y servicios con más valor añadido que sirvan para crear más y mejor empleo.
Los grandes números del presupuesto van en esta dirección. Cuando recortan el gasto corriente no imprescindible, incrementan la inversión en I+D+i, fomentan la creación de infraestructuras y mantienen los compromisos sociales, estando yendo por el buen camino. Además ya incluyen el compromiso de inversiones con Cataluña, haciendo que las previsiones de inversiones del Estado en Cataluña sean las más grandes de la historia. Eso sí, queda pendiente, que los resultados de la negociación sobre financiación estén incorporados.
Ahora bien, ¿el rechazo a los presupuestos, que ha propuesto CiU, nos ayuda o nos perjudica? Es evidente que nos perjudica, lo retrasa todo. Retrasaría las actuaciones que se desprenden del presupuesto para hacer frente a los efectos de la crisis económica pero, además, también aplazaría en el tiempo las inversiones y la financiación que Cataluña necesita.
Duran Lleida - que con su Congreso ha querido ofrecer una imagen más centrada de la coalición, lo sabía y por eso ofreció negociar, pero otra vez ha perdido la batalla interna, la radicalización de Mas y del “núcleo duro” se lo ha impedido.
Últimamente estamos asistiendo de forma reiterada a una estrategia donde sus ansias por debilitar el Presidente Montilla, rebasan con creces la serenidad y responsabilidad que les es exigible y también la inteligencia (finezza) política. ¿No se ha dado cuenta que abanderado una postura de oposición, lo que conseguirán es lo contrario que buscan? La gente ve que el Presidente Montilla, y los socialistas catalanes detrás suyo, son los únicos que está batallando, hasta el final, por la justa financiación que necesita Cataluña. Lo hacen sin ceder en lo fundamental y también sin levantarse de la silla o haciendo “saltitos” exhibicionistas.
Aquí y ahora, no se trata de ganar titulares, o fotos, se trata de alcanzar un buen acuerdo.
Ante esto, sólo cabe decir que la postura de CiU es legítima, pero equivocada.
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