miércoles, 8 de julio de 2009

En misa y repicando


Por si acaso se alcanza un acuerdo sobre la financiación autonómica Artur Mas trata de emular el dicho de “estar en misa y repicando”. Ha decido intentar apuntarse como un éxito personal aquello que tiene previsto rechazar.

El procedimiento, de tan sencillo, resulta insultantemente burdo. Pretende, por un lado, exigir el reconocimiento de la copartenidad del Estatut, a pesar de haberlo abandonado desde su nacimiento, para rentabilizar los éxitos y por el otro, continua trabajando con ahincó y saña para que fracase.

La decisión de rechazar el acuerdo, sea cual sea su contenido, estaba tomada de antemano. Consideran que su existencia les perjudica desde el punto partidista.

La finalización del proceso de negociación sobre el sistema de financiación con un acuerdo justo y, por consiguiente, aceptable les rompe el discurso. Transforma en poco creíble la descalificación que de forma reiterada han venido efectuado, en el sentido que Montilla y el Govern son incapaces, para obtener el máximo rendimiento posible, y les obligaría a tener que reconocerles que lo ha hecho bien.

Ese problema no se hubiera producido si desde el principio y de una manera sincera y real se hubieran alineado y dado su apoyo al Govern Catalunya en su objetivo de conseguir una rápida y correcta pliación del Estatut y sus previsiones sobre financiación. Pero les era imposible hacerlo, porque les conduciría a perder el monopolio que quieren conversar a ultranza: ser quien mejor defiende a Catalunya.

De ahí, que intenten por todos los medios posibles evitar que haya un acuerdo, propagando metas irreales, extendiendo el desanimo y la frustración, predicando un camino de radicalización nacionalista que no conduce a ningún lugar.

Aunque resulte extraño, a los nacionalistas catalanes de centro derecha les interesa, y desean, el fracaso de la negociación sobre la financiación y una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut que lo dinamitaría.

Han fiado “todos los huevos a ese cesto”, pensando que no sería posible o que podrían boicotearlo.

Pero ahora, en el momento en que parece que se llega al final y que el acuerdo es posible, le surgen las dudas, temen quedarse “colgados de la brocha”

En ese escenario su preguntan ¿qué hacer si hay un acuerdo aceptable?: Pues, estar en misa y repicando.

Es decir, apuntarse los méritos del acuerdo y, al tiempo, trabajar para que no se alcance.

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