Artur Mas está tratando de tirarse en marcha del caballo independentista.
Hay que reconocerle “tablas” en piruetas de ese tipo, pues no es la primera vez que las efectúa. Ya la experimentó en el pacto con Zapatero sobre el Estatut. Después de auspiciar el texto que salió del Parlament el 30 de Septiembre de 2005, cuando comprobó que la negociación política y parlamentaria ya no daba más de sí y que habría Estatut, en Enero de 2006 se ofreció como valedor del texto que saliera de la Cortes Españolas, pensando que esa imagen de seriedad le ayudaría a llegar al Govern y que sería él quien lo desarrollaría.
Ahora intenta repetir la jugada.
Después de haber excitado y alentado todas las maniobras y declaraciones independentistas posibles, se ha percatado que lo único que ha conseguido es la diáspora del voto independentista, (Carretero, Laporta, CUP, Plataformes per la Indepèndencia, Dret a decidir, ERC) en lugar de lo que pretendía, la concentración del voto nacionalista entorno a CiU (Casa Comuna). Por si eso fuera poco, esa operación ha tenido un precio: el abandono de la centralidad política y social, que se sitúa en un espacio catalanista –que no independista- y socialmente progresista y de izquierdas, que ahora ocupan el President Montilla y el PSC.
Han bastado dos vallas publicitarias y un par de declaraciones del President Montilla, este fin de semana, para que CiU pase de la descalificación por light de las propuestas del Gobierno de Zapatero a una inconcreta oferta de mano tendida para formular un Pacto de Estado sobre la economía.
Unas vallas publicitarias que simplemente dicen: “En tiempos difíciles, gente seria” y las declaraciones del President reiterando lo que viene diciendo desde hace más de dos años sobre la necesidad de reformas estructurales y manifestando su apoyo, y el del PSC, a las propuestas del Gobierno español sobre la reforma de las pensiones, para que sea discutida y acordada en la comisión del Pacto de Toledo, o sobre la reforma laboral, entregada y recibida favorablemente por los agentes sociales, le han llevado a intentar rectificar a marchas forzadas.
Hasta ahora la actuación de Artur Mas CiU, ha consistido en actuar como oposición, sin comprometerse a nada, ni proponer nada, sólo criticando todas las propuestas que provenían de los gobiernos presididos por socialistas (aquí o allá).
Y ello ha sido así con las propuestas de reformas estructurales (pensiones y relaciones laborales), la ley de economía sostenible y con unos presupuestos que buscan a la vez reducir el déficit público para no hipotecar el futuro, mediante la contención del gasto y la subida de impuestos, pero que a su vez permitan seguir actuando, evitando así que el endeudamiento privado (entidades financieras, empresas y particulares) no colapse la economía. A todo le ha dicho que no.
Por eso, los opinadores nacionalistas y pro CiU hasta este lunes, se entretenían en digresiones y especulaciones de café sobre las dificultades adicionales a las derivadas de la crisis, los especuladores financieros y a los déficits comunicativos, que tendría el Gobierno de España para sacar adelante las reformas, que anunció en diciembre y que ha materializado ahora, dado que ni el PP ni CiU le darían apoyo.
Unos (el PP) porque repiten el mantra aznariano de “Váyase Sr Zapatero.”, donde lo único que han cambiado es “González” por “Zapatero”, esperando que produzca el mismo efecto que en 1996. Y los otros (CiU) porque esperaban que la crisis también debilitara al Govern de Catalunya, ya que daban por sentado que su alto grado de responsabilidad en ningún caso le llevaría a adoptar posiciones oportunistas, sino que aunque sea duro, continuará dando la cara y atendiendo a las personas que más lo necesitan.
El contenido de las propuestas de las reformas laborales, profundas y equilibradas, y el buen clima después de la reunión del viernes con los agentes sociales, así como el claro y contundente apoyo del President y el PSC, y finalmente el acuerdo sobre negociación colectiva, que abre un expectativa de más estabilidad económica, le ha hecho dar un giro copernicano.
Teme quedarse fuera del proceso de construcción de la salida de la crisis, consciente que la gente no premiara a quien se aproveche políticamente de ella, sino a quien trabaje para superarla con el menos coste social posible.
Por último, parecería que Duran Lleida ha conseguido ganarle en eso la partida al “pinyol nacionalista” de CDC más abocado a la bronca que a la propuesta inteligente. Aunque para ello haya tenido que sacrificar que su alfil leridano, Josep Maria Pelegri, no encabece ninguna lista.
Con ello intenta conseguir que CiU no continúe apareciendo como una fuerza política independista, que todo lo descalifica y que no arrima el hombro para ayudar, no al Gobierno, sino a la gente a salir de la crisis. La forma de hacerlo es esa indefinida llamada al Pacto de Estado.
Como marketing vale, pero ¿qué medidas defienden? Sería bueno saberlo.
Hoy mismo, ya han enseñado un poco la "patita". Su reforma laborales se fundamenta en rebajar la indemnización de los despidos improcedentes en la misma cantidad que cuando está justificada por razones objetivas (20 días) y que en el caso de que un empresario despida improcedente el Estado subvencione la diferencia (25 días).
Por ese camino no creo que vayan bien. Salvo que lo que pretendan sea erosionar el diálogo social emprendido por el Gobierno con los agentes sociales.
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