miércoles, 9 de enero de 2008

Ajustando la economía

Dicen que la economía es como una mesa de 4 patas. Siempre hay una de ellas que no toca en el suelo y hace que la mesa "baile".

Añadir una cuña o limar una de las otras tres patas, es el sistema para ajustarla. Pero la exactitud, o la perfección, no existen y eso obliga un proceso repetido y constante.

Una cosa así lo sucede a nuestra economía, con el agravante de cada proceso de ajuste se presenta como una catástrofe y más si, como ahora, estamos en precampaña electoral .

Todos hemos estado avisando de la inconveniencia al fundamentar el crecimiento económico mayoritariamente en la construcción. Y ahora, que el sector se desacelera, ésta se presenta como el hundimiento del Titanic.

Nos escandalizábamos del imparable crecimiento del precio de la vivienda y ahora que se frena, nos rasgamos las vestiduras. Frenazo que, por otra parte, no comporta la reducción de los márgenes de beneficio por vivienda construida.

Asistimos, eso sí, a las dificultades de algunas empresas o grupos del sector que han especulado financieramente más que realmente construido.

Nuestra economía no está en crisis, crece más que la europea. Crea más ocupación que ninguna de ellas, aunque, este año, conviva con un leve incremento del desempleo. Pero sin embargo existen factores que conviene continuar equilibrando, como, el crecimiento de los precios, por el efecto de la evolución del petróleo o los productos alimenticios básicos, y la marcha de los gastos financieros.

Por eso, nuestra economía necesita ajustes. Ajustes finos, no mides brutales como pide la oposición del PP.

El Gobierno de Zapatero tiene que continuar ajustando con su política económica. Procurando la transformación de las bases de nuestro crecimiento económico, pasante del ladrillo a los productos y servicios de más valor añadido.

Tiene que articular políticas públicas económicamente y socialmente sostenibles, que tiendan al reparto de la riqueza producida, como por ejemplo ha hecho con la evolución del SMI llevándolo hasta los 600 euros.

Tiene que velar por que los ajustes no recaigan sobre los grupos de personas más débiles. La evolución de las pensiones mínimas, o la ley de protección de la autonomía personal, señalan el camino a continuar.

Por último, desarrollar actuaciones que tiendan a dar oportunidades de ocuparse a las personas que no tengan, o hayan perdido, su trabajo es otra faceta a hacer efectiva.

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