martes, 4 de enero de 2011

Sospechosos habituales


Estos días el sistema sanitario ha sido decretado "sospechoso habitual" del "crimen" del déficit autonómico.

No es más que la aplicación a la vida real del famoso: "detengan a los sospechosos habituales!" que clamaba el inspector francés, en la película Casablanca, tras la muerte del capitán nazi.

Al superar la superficialidad, se comprueba que no es en el gasto sanitario sino la grave caída de los ingresos (especialmente, los de la actividad constructora) donde radica el origen del grave crecimiento del déficit.

Responsabilizar del déficit al gasto sanitario es una equivocación, pero actuar como si realmente lo fuera es un error aún mayor ya que comportará varias consecuencias, a cual más preocupante: recortar unas prestaciones públicas básicas para la salud y, por tanto, la cohesión social; dejar de abordar el verdadero problema, y a la vez amputar un sector con un gran potencial económico, el de las ciencias de la salud, y ocupacional, que ha creado empleo, incluso durante la crisis.

Mejorar la eficiencia y eficacia del gasto sanitario, es imprescindible pero con eso no es recortaría el déficit, porque no conllevaría un recorte del gasto sino la continuidad en una actuación rigurosa en la asignación de los recursos públicos.

Las necesidades sociales no cubiertas evolución más probable de la demanda asistencial, fruto de factores positivos como las mayores expectativas de vida o la mayor tecnificación de la atención médica, requerirán que se optimicen todos los actuales recursos, pero en ningún caso justiciarán que se puedan o se deban recortar los gastos, todo lo contrario. Contenerla es necesario, reducirla no.

El verdadero culpable del desequilibrio de las cuentas públicas hay que encontrarlo en la baja de la actividad económica. Para hacer frente al grave problema de fondo, hay que retomar el camino del crecimiento económico junto con el de la profundización del cambio del modelo productivo, que es la base imprescindible para evitar la repetición del problema.

Ahora bien, resolver estas cuestiones es más lento, laborioso y complicado y requiere del compromiso de todos, quizás por eso se opta por lo más fácil, detener a los sospechosos habituales.

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