miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hablemos de impuestos


¡Es bueno que se esté hablando de impuestos! Mucho mejor eso, que algunos de esos debates estratosféricos a los que nos someten los nacionalistas españoles y catalanes. Ahora bien, como se está haciendo el debate, no.

Es lo que ocurre cuando la oposición de derechas se entesta en transformar la crisis económica y las estrategias para salir de ella, en un campo de confrontación política en lugar de un escenario de proposición económica. En ocasiones anteriores, el debate ideologico comportaba un debate no exento de dureza y profundidad, pero ahora se observa demasiada desmesura y superficialidad conceptual.

Los debates maniqueos, de buenos y malos, de subidas o bajadas, sirven para pelearse, pero no para extraer soluciones y acuerdos. Y una situación dura, grave y compleja, que castiga a personas y empresas, no puede despacharse con desmesura y trazo gordo, necesita mesura, rigor, concreción y claridad. Y eso requeriría más responsabilidad de la oposición española y catalana. ¡Quizás es pedir demasiado!

El debate no es si suben o bajan los impuestos, sino cuales suben o bajan, en qué proporción y cómo se utilizan para que sean útiles a la salida de la crisis económica. Porque subir, globalmente, subirán, como ha ocurrido en los últimos 30 años, mandara quien mandara (UCD, PSOE, PP) entre otras cosas, porque todavía no hemos alcanzado la presión fiscal media europea.

¿Necesitamos, o no, que el Administración ayude a la economía productiva para evitar la crisis acabe en depresión, que atienda al incremento de las necesidades sociales de las personas y que invierta en futuro del país para construir una salida diferente? Sí, pero siendo conscientes que:

- Esa necesidad es contraria a una política de “barra libre” (como hacemos déficit, no importa el tamaño)
- Como se van a pedir más esfuerzos hay que incrementar más, si cabe, la austeridad, el control y la eficiencia en el uso del dinero público,

Para financiar esas políticas hay que recurrir a los impuestos y al déficit. A los dos. Todo lo no podemos fiar al déficit público, porque si es verdad que tenemos capacidad de endeudarnos, porque la deuda es relativamente baja ya que antaño conseguimos superávits, hipotecarse en exceso pone en riesgo el futuro.

Para cuadrar ese círculo, se requerirá equilibrar el esfuerzo inmediato de subir los impuestos a quien pueda pagarlos mejor, con el esfuerzo diferido de endeudarnos. Porque al final todo acaba pagándose.

Como siempre en economía hay que encontrar el equilibrio entre lo que se recauda y lo que se gasta e invierte. Por eso los incrementos deben ser mesurados, racionales y controlados, tanto en los ingresos como en los gastos.

Ahora bien, la derecha, tanto la política como la económica, está lanzando mensajes imposibles y como decía el torero: “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”.

Todo les vale para hacer oposición aunque sea contradictorio.

Por eso hacen bandera de la negativa a subir los impuestos, aunque en los 8 años de gobierno Aznar éste los subiera, y, además, la hacen compatible con peticiones de más gasto social y más ayuda a los empresarios y la exigencia de contener el déficit.
O defienden que, en estos momentos, el Gobierno debe contener el gasto como hacen las familias, cuando precisamente al Gobierno debe desarrollar una acción contra cíclica invirtiendo para evitar una mayor caída del consumo, la producción y el empleo. No es hora de que los gobiernos reduzcan el gasto sino de que favorezcan el crecimiento económico.
O hacen llamadas al recorte del gasto público, sin concretar que prestaciones sociales afectaría, pero deja claro que conviene dar más dinero o dejar más en sus manos de quienes más tienen.

Parece que las recetas y los recetadores liberales vuelven a la carga. Todavía no han se han acabado las negativas consecuencias de sus brillantes formulas y ya están otra vez con la misma canción.

Seamos realistas, salir de esta crisis nos reportara sacrificios y uno de ellos, no el único, será pagar más impuestos.

Por eso deberíamos pasar a hablar con rigor y profundidad de qué esfuerzo debe aportar cada uno y cómo se administra colectivamente.

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