miércoles, 9 de septiembre de 2009

Bueno es saberlo


Estos días, a cuenta de la consulta de Arenys de Munt, lo hemos sabido. Artur Mas se ha declarado favorable a la independencia de Catalunya.

Lo ha hecho al afirmar que, si pudiera, votaría positivamente a la pregunta: "¿Está de acuerdo en que Cataluña se convierta en un Estado de Derecho, independiente, democrático y social, integrado en la Unión Europea?"

Hasta ahora CiU había votado en el Parlament, en dos ocasiones, a favor de la autodeterminación, es decir a favor del reconocimiento para Catalunya del derecho a convocar un referéndum en el que pudiera consultarse a la ciudadanía si deseaba independizarse, o no, del resto de Espanya, al estilo del Quebec

Para defender ese planteamiento ellos, y todos los independentistas, invocan de forma genérica y equivocada el derecho internacional previsto a los efectos de hacer efectivos los procesos de descolonización del siglo pasado y concretamente su plasmación en la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Todo y que ese derecho no está incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, muchas veces es invocada para justificarlo.

Evidentemente en el momento de defender ese ejercicio al derecho a la autodeterminación lo hacen obviando que la ciudadanía de Catalunya ya lo ejerció en libertad y democracia, cuando de forma mayoritaria dio su voto favorable a la Constitución Española de 1978 que establece y regula las relaciones con el resto de España y el régimen de autogobierno en el seno del Estado.

Lo cierto es que cada vez que en los tiempos que gobernaba el President Jordi Pujol dieron su apoyo al reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Catalunya, esté se apresuraba a decir que una cosa era el reconocimiento del derecho, otra ejercerlo y otra, muy diferente, el resultado.
Sensible a la realidad y consciente de que la mayoría de la ciudadanía de Catalunya, ni es ni independentista ni quiere la independencia, el veterano dirigente nacionalista mantenía esa indefinición y ambigüedad calculada, con la que lanzaba guiños a los más nacionalistas, pero al tiempo buscaba no intranquilizar a los sectores económicos y sociales que le permitían continuar gobernando.

Ahora Artur Mas y el núcleo duro de CiU han roto esa ambigüedad y se declaran independentistas. ¡Es bueno saberlo!

Pues con ello, y a un año de las elecciones, nos ayudan a entender en que aventuras nos embarcarían si llegaran a gobernar y por qué están abogando por una sentencia negativa del Tribunal Constitucional al Estatut: la necesitan para liberarse del pacto en el que participaron para adecuarlo a la Constitución.

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