miércoles, 30 de junio de 2010

Sentencia preventiva


¡¡¡No lo puedo evitar!!!

La decisión del Tribunal Constitucional me recuerda muchísimo la actitud de uno de mis tío abuelo. Ese pariente les propinaba unos duros cachetes a sus hijos, incluso cuando no tenía conocimiento de que hubieran cometido ninguna travesura.

"Para cuando las hagan" alegaba en imponerles este injusto castigo preventivo.

El Tribunal Constitucional ha hecho lo mismo con esta sentencia preventiva.
Sí, en mi opinión este es un fallo preventivo.

Preventivo ante sus miedos. Unos miedos que-como siempre sucede en los actos irracionales-no se basan en la realidad, sino en su deformada percepción.

Unos miedos creados y alentados por juicios previos, prejuicios y conflictos inexistentes, como el de la persecución del español en Cataluña o la actitud insolidaria con el resto de pueblos que conforme España.
Unos miedos irracionales alimentados en la falsa creencia de que el Estatut era el caballo de Troya del segregacionismo catalán, en vez de lo que la mayoría de la ciudadanía de Cataluña ha expresado, formulado jurídicamente y refrendado y que no es otra cosa que la reformulación de las relaciones de quien ni se va, ni quiere irse de España, pero que si quiere más autogobierno para lograr mayor responsabilidad en la conformación de su futuro.

En este sentido, la resolución del Tribunal Constitucional es un exorcismo contra algo que no existe más allá de sus miedos irracionales.

Esto es lo que se observa al leer, por ejemplo, las argumentaciones referidas a los temas de la nación o la justicia.

Sus obsesiones, o sus empachos mal digeridos sobre la historia de España y la de Azaña, les hacen hablar reiteradamente de la indisolubilidad de la nación española, cuando no era necesario porque no está en duda.

O cuando resuelven negativamente la posibilidad para organizar la justicia de una forma casi federal. El mismo Estatuto condicionada este hecho a que primero se modificara la ley orgánica del poder judicial haciéndolo posible. Pues bien, el Constitucional no sólo niega la capacidad de que el Estatuto para contemplar una forma de organizar la Justicia, si existe una norma estatal que lo permite, sino que excediéndose en sus funciones interpreta la posible futura norma y en consecuencia actualmente inexistente, con la voluntad de constreñir la capacidad y soberanía del legislador.

En todo caso, parece que hayan actuado como mi tío abuelo: "Para cuando la hagan".

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