martes, 22 de junio de 2010

Sobre la reforma laboral

Esta no es una reforma para crear empleo, sino para regular el que se cree.

Y esto es así, porque a pesar de lo que se dice habitualmente ninguna reforma crea empleo, lo crea la actividad económica. Ninguna empresa, o empresario, contrata a una persona sino tiene necesidad de ella para desarrollar un trabajo real y productivo, económicamente rentable o socialmente útil.

En el pasado se consideró que era "mejor un contrato temporal que nada". Bajo esa idea se hizo la reforma laboral del 84, que estableció entre otras la figura del contrato temporal sin causa como contrato de fomento del empleo. El resultado final ha sido que los procesos de recuperación posteriores se saldaron con el uso abusivo de la contratación temporal, que llegó a aplicarse el 30% de las personas ocupadas.

El ciclo económico creó mucho empleo, pero precisamente es ese - el más temporal y precario – el que se ha llevado por delante esta crisis. No parece que se obtengan resultados diferentes reiterando o intensificando la misma estrategia de apostar por la temporalidad, como pide entre otros el gobernador del Banco de España.

Por el contrario, con esta reforma laboral se busca que el crecimiento económico se haga con contratación estable, pero que permitan que las empresas puedan adaptarse a los cambios sin tener que hacerlo a través de despidos.

Por eso el Real Decreto Ley se basa en:
• Penalizar la contratación temporal (restringiendo su duración, reforzando la causalidad, dificultando la subcontratación e incrementado progresivamente la indemnización).
• Fomentar la contratación estable, con 33 días de indemnización.
• Utilizar la flexibilidad interna negociada como mecanismo de ajuste a los cambios en detrimento de la fórmula de despido (modelo alemán de reducción de jornada, modificación pactada de las condiciones laborales, sindicalitzan la negociación en las PYMES y potenciando el arbitraje para solucionar los desacuerdos)
• Concentrar los ajustes a la contratación fija en las personas jóvenes, las mayores de 45 años, las que tienen discapacidades y aquellas que se encuentran en riesgo de exclusión social.
• Regular mejor las condiciones objetivas en las que una empresa puede prescindir de una persona que trabaje para ella.

Finalmente, la reforma también abre el camino a que los empresarios se aseguren entre ellos una parte del coste del despido. Mediante el incremento de las cuotas, que sólo pagan las empresas, al Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) éste se hará cargo del importe 8 días por año cuando se produzca un despido. Creo que si este pago se acaba haciendo extensivo a cualquier tipo de despido, los empresarios responsables financiarán a aquellos que despiden de forma improcedente, es decir sin motivos, por eso creo que este mecanismo debería aplicarse a financiar parcialmente aquellos despidos que estén motivados y no a todos.

Esta medida, se formula la espera de que se concrete la ley que regule el llamado modelo austriaco. Un sistema en el que la empresa capitaliza un fondo individual para cada trabajador, con un aporte equivalente a 6 u 8 días por año, y que este puede recuperar si es despedido, que se lleva si cambia voluntariamente de empresa y que puede rescatar al final de su vida laboral, como si fuera un fondo de pensiones.

Esta es una reforma más equilibrada de lo que algunos quieren y dicen, y que en ningún caso genera más inseguridad jurídica, como intenta argüir Mariano Rajoy. ¡No nos engañemos! Para algunos sólo hay seguridad jurídica si el que decide es él. Ya sea mediante el llamado contrato único (sin tutela judicial), o mediante la reducción de los jueces a un papel de simples aplicadores - que no interpretadores - de la ley o restringiendo la función de la autoridad laboral y evitando la intervención sindical.

Como un "déjà vu", similar al que sucedió en la reforma del 1994, mientras las izquierdas sociales y políticas han rechazado globalmente el RDL, las derechas, en este caso la económica, empiezan a condicionar desde fuera el debate de la ley que saldrá de la convalidación de la norma para decantarse hacia sus criterios e intereses.

Esta reforma no nos sacará de la crisis, porque no la ha creado el funcionamiento del mercado de trabajo. Así pues, ¿por qué reformarlo? Pues porque no funcionaba bien, entre otras cosas porque producía mucha temporalidad.

Esta reforma no es la única cosa que hay que hacer. Es necesario que, entre otras, también se hagan aquellas que sirvan para que:
• El apoyo al sistema financiero se transforme en crédito a familias y empresas.
• Se embride a los mercados. Evitando que su desregulación vuelva a alimentar burbujas especulativas.
• La no retirada, demasiado rápido, de las medidas de estímulo económico para evitar una recaída posterior.
• Se reforme la fiscalidad, en el sentido que haga que el reequilibrio presupuestario se haga también con un reparto más justo y más equitativo de los esfuerzos haciendo que aporten más que más tiene.
• La recuperación económica se base en el aprovechamiento del esfuerzo que han hecho empresas y trabajadores para modernizar y fortalecer nuestro modelo productivo de bienes y servicios.
• El profundización en la incorporación del conocimiento a lo que hacemos (productos y servicios), a como lo hacemos (procesos) y con quién lo hacemos (personas).
• Progrese la diversificación de nuestra economía orientándola hacia los nuevos sectores con más valor añadido

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