miércoles, 21 de octubre de 2009

Moral en tiempo de crisis


Las crisis actúan como los rayos X: nos permiten ver lo mejor, o lo peor, que hay dentro de nosotros.

Las crisis nos permiten apreciar mejor el verdadero temple y fuste de las personas, observar si es la generosidad o el egoísmo lo que preside sus actuaciones, si tienen capacidad de liderazgo, o no.

Y es precisamente en esos momentos cuando la siempre exigible ética y moralidad – que no la moralina – de las actuaciones resulta todavía más ineludible.

Por eso, escuecen mucho los lamentables espectáculos a los que estos días estamos asistiendo atónitos, a cuenta de los casos Gürtel o Millet y sus derivadas, en los partidos de la derecha española y el centro derecha catalán.

Cuesta entender el funcionamiento institucional de la justicia cuando se sabe que un “mantero” cogido “in fraganti” vendiendo CD’s, pasa unos días en un calabozo y que el Sr. Millet i el Sr Montull que se han apropiado de varios millones de euros – reconocen 3,3 pero hay 20 injustificados – entran y salen del juzgado sin tener que pagar ni fianza, o que el Presidente del TSJV no se inhiba en el momento decidir sobre si procesar o no al Presidente Francisco Camps y termine exonerándolo, después que se conozca, y reconozcan, que “son más que amigos” .

Tampoco ayuda a levantar la maltrecha moral del país, que el señor Agustín Colominas, responsable de la Fundación Trias Fargas, de CDC, que se supone es el “think tank” donde se elabora el discurso de la formación nacionalista, defienda la idea de todo lo “legal es moral” al intentar justificar por qué los 630.000 € del dinero público y privado destinado a la cultura catalana, han acabado financiando la fundación.

¿Esos son los IVA – ideales, valores y actitudes, como dice Jordi Pujol – que a partir de ahora defenderá CDC?

¿No sería mejor, que el Sr. Colominas en lugar de amenazar con “tirar de la manta” si sabe algo, lo lleve a los juzgados? O que se aplicara en intentar demostrar si ha cumplido, o no, con los convenios que se firmaron con el Sr. Millet, al que le reconocían capacidad para obrar así. Y demostrara que actos organizaron para dar a conocer músicos catalanes con incidencia en el “fet català” (?) o que actos culturales organizó la Fundación Trias Fargas con el Orfeo Català o que jornadas sobre la incidencia del canto coral realizaron y dijeran cuánto le costaron, si las hicieron. Al fin y al cabo los convenios el dinero tenía esa supuesta finalidad.

La Fundación Trias Fragas no es uno de los hoteles de Moldavia a los que fue de vacaciones el Sr. Millet, ni una de las empresas de catering que sirvió en la boda de sus hijas. Esas, y otras muchas, son empresas comerciales que hicieron un servicio al Sr. Millet, que este pagó con dinero que no era suyo, pero la Fundación que dirige Colominas ¿Qué servicio le hizo al Sr. Millet para que les pagara con un dinero que no era suyo, ni era para eso?

Por eso, no es correcto que Artur Mas, aplicando el “Santa Rita, Rita…lo que se da, no se quita”, afirme que el problema lo tiene el Palau de la Música porque no controlaba al Sr. Millet. Pues no, en este caso, es tan problema del que lo dio, como del que lo recibió.
Esta crisis está permitiendo que veamos lo peor de él.

En tiempo de crisis, económica o moral, se necesita que las acciones y las actitudes de quienes han de generar confianza estén presididas por la ética y la transparencia y no por la bravuconería, el egoísmo irresponsable, o la relativización de la moralidad.

Deberían saberlo y practicarlo, porque, en caso contrario, desgraciadamente no sólo le afectará a ellos, sino que lo pagaremos todos, pues ese, y no otro, es la carcoma que correa la confianza de los ciudadanía en la política y los políticos y mina gravemente la confianza en la superación de los problemas colectivos que nos produce la crisis.

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