miércoles, 13 de mayo de 2009

Basarse en lo conocido


Los consejos más útiles acostumbran a ser los más simples.

Uno de los expertos que asesoran al Govern Montilla sobre el recorrido que debe seguir la economía catalana recomendó: basarse en lo conocido y avanzar decididamente en nuevos sectores económicos”.

No en todos a la vez y menos al mismo tiempo. Se debe priorizar – léase invertir de forma potente - en aquellos en los que razonablemente podamos despuntar para alcanzar la masa crítica y la excelencia necesaria. También en ese segmento volverá a ser imprescindible basarse en lo conocido, aprovechando lo que tenemos y conocemos y no dar saltos en el vacío.

Ese es un buen consejo. Racional y simple, además de claro y aplicable.

Existe una unanimidad, casi empalagosa, en que debemos cambiar nuestro modelo productivo. “Se ha invertido mucho en el ladrillo y poco en cerebros” o “Menos ladrillos y más ordenadores” son buenos resúmenes de los problemas del modelo seguido en los últimos años y de la orientación del que debemos seguir en el futuro.

Dicho eso, el problema aparece cuando hay que concretar.

En ese sentido, hay que evitar que la apelación a la I+D+i se haga de forma inconcreta y generalista, porque corremos el riesgo de mellar uno de los instrumentos más potentes que tenemos. Hay que rehuir presentarla como el bálsamo, casi milagroso, que como en el anunció de una aseguradora lo arregla “todo, todo y todo”. Esa imagen hace que las personas en paro, las ocupadas y las empresas, desconfíen de ella, pues no la perciban como aplicable sobre lo conocen.

Un objetivo que no se entiende, se transforma en inalcanzable. Nadie se compromete y se esfuerza por alcanzar aquello que no entiende, o no ve útil. Ello obliga a dos ejercicios, uno de concreción y otro de explicación. Por y para eso, es muy útil basarse en lo conocido.

Salir de la crisis y recuperar la senda de crecimiento no supone que todo lo que se haga deba ser nuevo, aunque, eso sí, deberá ser diferente.

Es cierto que nuestra economía debe basarse en la producción de bienes y servicios, en lugar de la especulación financiera, que con salarios bajos y condiciones precarias no avanzaremos, que ha de mejorar lo qué hacemos, y cómo lo hacemos y también la formación y capacitación de las personas que lo hacen y harán.

Por ello, es un buen consejo que se recomiende no despreciar la potencia económica y ocupacional de sectores maduros, como por ejemplo el turismo o el automóvil, y que se luche porque no devengan obsoletos. A eso habrá que añadir lo nuevo, en la industria y en los servicios, para compensar lo que, desgraciadamente, no tendrá futuro porque su modernización es insuficiente para que recuperen la competitividad internacional que necesitan.

Ese es un mensaje positivo. Hace más entendible el horizonte y asumibles los esfuerzos que empresarios y trabajadores harán para cambiar, para mejorar, para formarse, porque lo harán sobre lo que conocen.

Basarse en lo conocido, no es apalancarse en el pasado, sino la palanca para alcanzar el futuro.

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