miércoles, 3 de diciembre de 2008

Decantar la balanza


El mapa político catalán no se mueve, o al menos eso parecería desprenderse de las encuestas que públicas o privadas.

En el ecuador de la legislatura continúa el equilibrio entre las dos de tendencias mayoritarias, las de centroderecha y la de las izquierdas catalanas, que ha caracterizado las tres últimas legislaturas. Y que han liderado CiU y el PSC, respectivamente.

El inmovilismo de ese mapa político no es el resultado de la falta de actividad. Es la resultante de una similitud entre las fuerzas contrapuestas, que todavía no ha decantado la balanza con claridad hacia una opción.

En estos momentos las dificultades a superar son más que evidentes, tanto en lo político, con la negociación del sistema de financiación, como en la económico y social, con la crisis y sus consecuencias.

Sin duda, esos son los temas fundamentales, junto con la sentencia que acabe emitiendo el Tribunal Constitucional en relación con el Estatuto de Autonomía de Catalunya, que condicionaran la segunda parte de la legislatura. La forma como los aborden y conduzcan gobierno y oposición decantaran la balanza de la próxima confrontación electoral.

Y ahí es donde las encuestas y la observación de la realidad reflejan diferencias substanciales entre unos y otros.

Por un lado, el President Montilla aparece como muy consolidado. Prometió y se comprometió a dar estabilidad al Gobierno y a gobernar con seriedad, rigor y atención hacia las personas, y lo ha conseguido.

Dos años al frente del ejecutivo catalán le han reportado prestigio y confianza entre la gente y los sectores sociales y económicos del país, porque le han visto como un presidente que no esconde, ni se esconde de los problemas, que da la cara, que de forma incansable y serena busca soluciones.

Y frente a él, un líder de la oposición al que sus colaboradores más próximos, su pinyol, lo empujan continuamente a radicalizar más su discurso.

La estrategia de intentar sacar partido de los problemas económicos, en lugar de proponer soluciones u oponerse a la oferta de apoyar una respuesta de unidad civil si el Estatut fuera cercenado drásticamente, y sustituirlo por el soporte a un problemático referéndum, aparte de ser un error puede deteriorar sus expectativas. Hasta el President Pujol ha tenido que recordárselo.

No obstante, son libres de equivocarse cuanto quieran, porque, finalmente, será la gente y la percepción que tengan de cada actitud la que decantara la balanza.

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