miércoles, 8 de septiembre de 2010

Pedagogía y claridad política.


¡Ya tenemos fecha: el 28 de noviembre elecciones!

Si en todo proceso electoral es deseable pedagogía y claridad en las propuestas políticas que se hacen, en este todavia más.

Esta claridad no sólo es una exigencia democrática y social, como ha reclamado el Presidente Montilla al anunciar, sino también es una necesidad económica.

Si se mantiene durante la campaña el nivel de indefinición, de ambigüedad calculada y de sorprendente frivolidad con que algunos nacionalistas catalanes, especialmente desde CiU, afirman que: "no pasaría nada" si el Parlamento declarase la independencia unilateral o convocara un referéndum para tal fin, si este aventurismo irresponsable se consolida, se podría crear un escenario adverso de imprevisibilidad y dudas a medio plazo que con toda seguridad frenaría las expectativas y los proyectos económicos que necesitamos para abordar con éxito la salida de crisis económica.

La gente de aquí y los inversores de fuera, todo el mundo, necesita - y quiere - saber si ponen en marcha sus negocios en una parte de Europa o se están situando en un futuro Estado independiente, que podría no forma parte de Europa, como Andorra.

Conviene no olvidar que para que esa hipotética Cataluña independiente forme parte del club europeo debería contar con el apoyo o, como con mínimo, la tolerancia del resto de España ynadie ha planteado cómo y con quien se conseguiría ese divorcio pactado y tranquilo, ¿con el PP que lleva al Constitucional incluso el Estatuto? O ¿con el PSOE que defiende una España plural? .

Dejando esa questión a un lado, lo que resulta más grave y preocupante es la falta de definición del tránsito y los plazos. Porque mientras no se definan esos conceptos, la indefinición y las ambigüedades por si solas ya suponen una importante contribución a esa imprevisibilidad que tanto nos puede perjudicar.

No hace falta especular, ni generar miedos, sólo hay que recordar lo que sucedió en Quebec después de los dos referéndums de autodeterminación para alcanzar la independencia de esa provincia, todo y que ese procedimiento estuviera previsto en la Constitución canadiense, lo que no sucede aquí. Aunque no prosperaron, lo que sí se ha consolidado es, por ejemplo, el hecho de que el Banco de Montreal, el Banco de capital económica de Quebec, desplazó su actividad central a lacapital de Canadá, Toronto, en la provincia de Ontario.

Para que se entienda sería el equivalente a que “La Caixa” trasladara su actividad central a Madrid.

La solución a los problemas que genera la opción soberanista no se resuelven determinando si el referéndum se realizará mañana, dentro de un año o en otra legislatura, como se desprende de las endogámicas discusiones nacionalistas.

La cuestión no está en el ritmo sino en el rumbo que se toma.

El derecho a decidir que ejercerá la ciudadanía catalana en estas elecciones – por mal que le sepa al Sr. Felip Puig - requiere que se haya definido previamente donde se la quiere llevar, qué consecuencias tendrá y qué sacrificios se harán.

Si el avance hacia un proyecto independentista, a pesar del desprecio sobre sus riesgos que se hace en programas como "¿Adiós España?", dificulta la recuperación económica por las incertidumbres que genera, lo que resulta más preocupante es que los defensores de esta opción tampoco concretan cuál es la orientación social y económica que se quieren adoptar para superar la crisis y mucho menos sobre el futuro modelo de sociedad que se quisiera.

La abstención de CiU a la reforma laboral, se hace porque se considera insuficiente. ¿Qué defenderían si Cataluña pudiera hacer un estatuto del trabajador catalán? ¿Unas relaciones más liberales y desequilibradas a favor de la parte del capital? ¿Qué política industrial tendríamos? ¿Qué política educativa impondrían? ¿Mantendrían la concepción de servicio público de la sanidad? ¿Harían una política fiscal como la que pregonan consistente en bajar los impuestos, a los sectores con más renta, en detrimento de la capacidad del sector público?

Estas dudas irresueltas de la propuesta soberanista no son más que el ejemplo de lo que ocurre cuando por se hacen grandilocuentes proclamas de cambio, pero no es concretan, cuando se quiere ir por caminos que no se sabe a dónde conducen.

Para motivar a la gente hay que hablar alto y claro sin ambigüedades, debatir que se ha hecho, que se propone hacer y cómo se quiere conseguir y el PSC tiene es mensaje.

La prioridad es salir de la crisis con el menor coste social para aquellas personas que menos tienen, mantener, ahora, y vuelve a hacer crecer, cuando es recupere la economía, la justicia social en nuestra sociedad y hacerlo en el mismo se profundiza en el autogobierno y la autoresponsabilización de nuestra sociedad que se ha reflejado en el Estatuto.

Haciendo pedagogía y hablando con claridad de lo hecho y el de lo que se quiere alcanzar, es cómo podemos conseguir que la gente acabe eligiendo con conocimiento de causa.

Sería bueno que todos sigan ese modelo y abandonaran sus ambigüedades y pasaran a definirse. El problema es que algunos temen perder votos si explican lo que son o lo que quieren.

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