miércoles, 5 de marzo de 2008

Estrategia equivocada

Hay que reconocerlo, Mariano Rajoy tenía muy difícil ganar el debate. Quizás por eso lo perdió.

Tenía que elegir entre remontar los debates, las encuestas, las "meteduras de pata" de algunos compañeros de campaña, como Ana Mato con los niños andaluces, Arias Cañete con los camareros, Manuel Pizarro con la Andalucía de los subsidios o los empresarios gerundenses gorrones o asestarle un definitivo golpe dialéctico a José Luis Rodríguez Zapatero.

Para el primer supuesto, el de remontar su mala situación, tenía que pasar de la confrontación a la proposición y de la crítica a la réplica de las propuestas que lo hacía a José Luis Rodríguez Zapatero. Y al mismo tiempo, ofrecer una actitud y una imagen de gobernante centrado, junto a un modelo de sociedad y un estilo constructivo. Podía ser firme sí, pero no agrio.

Para el segundo supuesto, el de intentar dejar KO al contrario, se tenía que mantener en la línea desarrollada durante toda la legislatura, que tanto éxito le ha dado a la hora de mantener tenso y cohesionado a su electorado, pero que no le ha permitido ganar el espacio central que le hace falta para ganar. Y optó por éste.

Consideró que no tenía que cambiar de estrategia y se equivocó.

De este segundo debate, se esperaba una contraposición de propuestas y él solito se enzarzó en los mismos temas: control de la inmigración, guerra de Irak, ETA, la persecución del castellano en Cataluña. Con este discurso no puede hacer avanzar a un país, y la gente lo sabe. Además, no consiguió fijar propuestas en positivo, porque su propio ruido, su agresividad, las ahogó.

Su diferencia con el Presidente del Gobierno es que, éste, empatando, ganaba. Haciendo propuestas y esperando el debate sobre ellas, tenía suficiente. Y, además, se encontró con el regalo de los estrategas del PP, que repitieron, otra vez, los temas de la legislatura sin darse cuenta de que el desgaste estaba ya descontado.

Dicen que los debates no deciden las elecciones, pero Mariano Rajoy con el debate de ayer ha perdido otra oportunidad más para ganarlas.

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